DOS REFLEXIONES DE PILAR QUIROSA-CHEYROUZE SOBRE EL POETA JULIO ALFREDO EGEA, QUE ACABA DE DEJARNOS

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JULIO ALFREDO EGEA. HUMANISTA DE LA PALABRA   Pilar Quirosa-Cheyrouze Departamento de Arte y Literatura del Instituto de Estudios Almerienses

Existen momentos en la vida que traducen la memoria sentimental de un tiempo. La muerte del poeta Julio Alfredo Egea (Chirivel, 1926-Granada, 2018), académico de la Academia de Buenas Letras de Granada, recorre una vida inagotable de luz en el camino de la historia de esta provincia. Porque hay mensajes que se recogen a través de la escritura y se alzan firmes, gracias al reflejo de la creación artística. Bien es sabido que el amor por la condición humana mueve a la reflexión, un ejemplo vitalista en una época de zozobra que, afortunadamente, nos conmueve, desde la verdad y la esperanza.

La honestidad personal del poeta llama a una interiorización de una llama profunda que late, luminosa, en cada conexión humana, en la laboriosidad que une a las almas para transmitir un fin compartido, una imagen fiel, equilibrio fundamental que desborda el cometido vivencial. En las reuniones de los órganos consultivos del Instituto de Estudios Almerienses, Consejo Asesor y Consejo Editorial, celebradas el 24 de enero de 2017, se acordó conceder el Escudo del Instituto de Estudios Almerienses al poeta y escritor Julio Alfredo Egea Reche, decano de los poetas almerienses, con una valorada y premiada carrera literaria, reconocida por las instituciones de ámbito provincial y nacional. La sede del Instituto de Estudios Almerienses, se encuentra ubicada en la Plaza Julio Alfredo Egea de la capital. Igualmente lleva su nombre la Biblioteca Pública de Chirivel, su pueblo natal, donde fue alcalde en los pasados años 50 del siglo XX, así como una plaza situada en Roquetas de Mar y una calle de Vélez Rubio.

Su vida literaria y personal siempre estuvo unida al Instituto de Estudios Almerienses, al ser miembro activo de su departamento de Arte y Literatura, y también porque esta Institución editó su poesía y prosa completa entre los años 2010 y 2013. En 2017, en torno a su producción editorial, tanto en poesía como en narrativa, fue editado en el IEA, coordinado por el fotógrafo Rodrigo Valero, su libro “Poeta Julio Alfredo Egea”, que contiene el reconocimiento de cuarenta y cuatro escritores y artistas. Este mismo año, vio la luz el libro “Semblanza de Julio Alfredo Egea (Con la Alhambra al fondo), del escritor Francisco Gil Craviotto, editado por Letra Impar, diferentes artículos, escritos con gran sensibilidad, que hacían constar el humanismo del gran poeta de Chirivel, recogiendo el homenaje de los escritores granadinos.

Una experiencia polifónica de voces, acompañando al autor desde el reconocimiento a su obra, que funde vida y arte, humanismo y esencialidad. Un recorrido donde se comparte esos paisajes intimistas y vivenciales, aglutinando palabras y sensaciones, una celebración de la vida, más allá de la muerte, en cada mirada cotidiana, en la pulsión de la mirada del poeta, su voz universal e imperecedera. El poeta: una sentimentalidad llena de signos, donde fluye el deseo de libertad. Una reflexión desde el silencio, una antorcha siempre viva. Desde el fotograma, el simbolismo, la representación urgente de la palabra.

En esta idea, el Círculo Julio Alfredo Egea seguirá su andadura, como reconocimiento eterno al escritor de Chirivel.

Em 1969 se le impuso el Indalo de Oro en la Tertulia Indaliana, que recibió de manos de Jesús de Perceval. Así mismo se le concedió el Premio Bayyana en 1981. Fue nombrado Popular del Año, una concesión de Radiocadena COPE en 1992 y fue nombrado también IDEAL del año por el periódico IDEAL en 1994. En el año 2000 fue elegido entre los 100 almerienses relevantes del siglo XX. Posteriormente, se le otorgó el Premio de las Artes y las Letras del Instituto de Estudios Almerienses en el año 2003 y recibió el Escudo de Oro de la Junta de Andalucía en ese mismo año.

Humanista y referente poético de la Generación del 50, el escritor muestra su amor por la naturaleza a través de una poesía llena de asombros que ha sabido comunicar en el acercamiento a unos cauces estéticos llenos de lirismo, vertidos en la entrega solidaria, desde la ética y el fuerte compromiso con la cultura y la sociedad almeriense.  

En este sentido, recibió el reconocimiento de los libreros de Almería durante los actos de la Feria del Libro celebrados en 1997. Fue premiado con un homenaje en Roquetas de Mar en 2004 y recibió el premio Posada de Aslam-Benecid de Fondón en 2005, así como el Premio Villa de Oria en 2007. En 2008 la Diputación de Almería le concedió la Medalla de Oro de la Provincia. Ese mismo año recibe el reconocimiento de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y en el año 2012 el Ayuntamiento de Almería le otorga el Escudo de Oro de la Ciudad. En 2017, como hemos referido, el Instituto de Estudios Almerienses le hizo entrega del Escudo de esta Institución Cultural.

Julio Alfredo Egea, un humanista de la palabra. En el sentido machadiano, un hombre bueno. Un referente literario del que beberán las generaciones futuras.

DESDE LA ETERNIDAD DEL VERSO

Pilar Quirosa-Cheyrouze

La noticia del fallecimiento del gran poeta Julio Alfredo Egea, amigo del alma, nos ha sobrecogido desde lo más profundo. La triste realidad, de la que tuvimos noticia poco después de la clausura de los actos celebrados durante este fin de semana en la localidad almeriense de Mojácar, con motivo de los II Encuentros Literarios y Culturales, ha llenado de imágenes desoladoras un recuerdo que traspasa fronteras y horizontes, aquellos que siempre han aparecido renovados por la ilusión. Imágenes y años de recorrido afectivo en los que la memoria se ha fundido con un infinito sentimiento de cercanía y hermandad, algo que hoy –porque la muerte se manifiesta como algo fulminante y aciago destino- se ha convertido en un sentimiento de orfandad. Porque no duerme el cielo en un momento de tanta tristeza, ni la tierra puede abrirse a las consignas de una tarde de septiembre que, pese al calor, se ha internado por la corriente sensitiva de un frío devorador, porque, en clave hernandiana, nunca se puede perdonar a la muerte enamorada que llega para deshacer los sueños y un deseable futuro. Porque, cuando se encuentra esa voz, un nombre grabado entre los signos del tiempo, un nombre lleno de horas y esperanza, latente de secuencias y bondades, se recorre una intrahistoria plena de sabiduría, ese imprescindible matiz de quien supo amar con su mirada sabia y limpia, con la pureza y el significado de un humanismo solidario, tan lleno de imprescindibles verdades.

La palabra de Julio Alfredo Egea, referente poético de la Generación del 50, quien, por fortuna ha recibido durante todos estos años, muchos reconocimientos en vida, nos lleva a seguir recorriendo una travesía universal en la búsqueda de una verdad conciliadora con el tiempo que nos ha tocado vivir. Una andadura por la que el poeta de Chirivel ha recorrido con sus versos una tierra de inmensidad, esencialidad y hondura. Una naturaleza de reconocibles vuelos, voluntad inagotable de asombros que siempre ha sabido comunicar a través del tiempo en el acercamiento a unos cauces estéticos, plenos de lirismo y verdad, vertidos en la entrega solidaria, desde la ética del pensamiento y una andadura que se desborda en la palabra, desde el crucial compromiso con la cultura y la sociedad almeriense.

Ha fallecido Julio Alfredo Egea en la cercana Granada, su tierra de adopción, que tanto amaba. Una ciudad en la que compartía  grandes amistades, donde era académico de la Academia de  Buenas Letras de Granada, una labor a la que se unía el reconocimiento a una obra literaria, desde la sencillez de un camino laborioso y la fuerza de su entrega. Ese era el trayecto por recorrer y el poeta siempre lo supo: la esencialidad de la andadura, los matices del vuelo y la libertad, más allá de los claroscuros sembrados en la espesura. Un compromiso, desde siempre, realizado por el fundador y redactor jefe de la revista Sendas, donde se publicó en 1946, el primer homenaje escrito al poeta Federico García Lorca en España. Un compromiso eterno con la verdad, la que recibimos desde sus versos, en la voluntad inagotable de luchar contra las injusticias, en el abrazo desprendido, en el amor por su familia. Él nos lo anunció: “Quizá la poesía sólo sea una traducción de los asombros a través de la sensibilidad del poeta, del asombro inacabable de ir descubriendo la vida, los seres y las cosas, desde la niñez”. En el horizonte de luz y por siempre, la memoria sentimental y el recuerdo de los instantes vividos y compartidos.

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