El muy querido amigo, JUAN MANUEL GONZÁLEZ, poeta, narrador, ensayista y periodista madrileño, miembro de la JUNTA DIRECTIVA DE LA ASOCIACIÓN ANDALUZA DE ESCRITORES Y CRÍTICOS LITERARIOS-CRÍTICOS DEL SUR ha muerto en Madrid.
Según informaciones extraoficiales (y por confirmar definitivamente) la causa de la muerte podría haber sido el suicidio causado por un disparo. La imagen de Larra se repite una vez más. Desde hacía varios años sufría una honda depresión. Las depresiones pueden hacer que una pistola sea sólo el índice que nos señala la eternidad. Acaso el réquiem para olvidar la gloria mundana y el sol de mediodía.
En el mes de febrero, fiel a su cita de Arcos de la Frontera, Juan Manuel González participó como jurado en el Premio Andalucía de la Crítica, del que formaba parte desde su fundación. Entonces, mientras subíamos parsimoniosamente las empinadas rampas de Arcos, lo veía lejano, distante, profundamente triste, profundamente melancólico. Me confesaba que no veía sentido en la existencia, que no le hacía ilusión nada, que las cosas no cambiarían. Como en el personaje del cuento de Fernández Santos, «Cabeza rapada», yo trataba de animarlo, intentaba mostrarle el mundo. Pero él no hacía caso al mundo. Él ya no estaba en este mundo; quizá él habitaba ya el otro mundo.
Juanma, como le llamábamos los más cercanos, era un tipo literario. Lo decía su formación germana, bretona e irlandesa, de cuyas literaturas era un profundo conocedor. Lo decía su cachimba que llevaba casi siempre en la mano derecha como un resorte al que amarrarse, como ahora se ha desamarrado con una bala, con una bala que nos reduce a sueño y eleva nuestra memoria yacente. Lo decía también aquel pijama generoso con la literatura -cual don Quijote- con borla y amplitud de calzas, que se embutía cuando iba a dormir como si fuera un nuevo mago, un nuevo espíritu que se adentrara en el sueño con ropajes antiguos. Juanma tenía una mirada inteligente, escrutadora, y unos labios finos y enigmáticos, hechos para la ironía inglesa. Les confieso que le tenía un profundo afecto a Juanma. Era de mi misma generación y compartíamos gustos, sueños, aficiones y amigos. Me causa un profundo dolor su muerte.
Hace unas semanas estuve hablando con él por teléfono para pedirle dos ensayos breves sobre Antonio Prieto y Juan Eslava Galán; el primero llegó pero el segundo no ha llegado; y jamás lo hará. El sábado 3 de mayo de 2008 yo publicaba en el suplemento de libros del diario La Opinión de Málaga una recensión sobre su libro «Tras la luz poniente»(Visor, 2007), ganador del Premio Jaime Gil de Biedma y última obra literaria que ha publicado.